Por: Rocío Fonseca

La capacidad de innovación es un factor diferenciador entre países desarrollados y economías emergentes. Innovar es la ventaja competitiva que permite enfrentar incertidumbres, crear valor, e incrementar la productividad y la competitividad de un país para que este pueda desarrollarse de manera sostenible e inclusiva.
Esta crisis mundial nos ha demostrado que no podemos seguir haciendo las cosas como siempre y la innovación, una vez incorporada en la cultura empresarial, es una herramienta clave para velar por su sobrevivencia, diferenciación y competitividad, sin importar su rubro, tamaño o antigüedad. ¿si la mayoría de las empresas está consiente de la relevancia que trae la innovación en su organización, por qué es tan difícil implementarla y generar cambios reales?
Pese a la relevancia de la innovación empresarial, durante los últimos años Chile ha registrado una caída sistemática en indicadores nacionales e internacionales relativos a innovación, competitividad e I+D empresarial. Por ejemplo, en la última encuesta de Innovación la tasa de Innovación Empresarial cayó hasta un escaso 14,1% de un 23,7% el 2011, 16,6% el 2013 y 15,1% 2015.
¿Cómo revertimos la situación? Es fundamental cambiar la cultura y forma de trabajar empresarial, dejando de mirar sólo un año tributario y decidiendo invertir de manera sistemática en innovación.
Hay que partir por derribar mitos, muchas empresas aún creen que la innovación no es para ellos y siempre hay espacios para innovar cualquiera sea el sector. Innovar es una práctica que se aprende, implementa y gestiona de manera transversal en la organización, permitiendo desarrollar nuevos productos y procesos que generan nuevos ingresos y/o ahorros aumentando así la competitividad de esta.
Es tan profundo el cambio cultural que debe hacerse que es imprescindible que sean los líderes de la organización sus principales impulsores y definan objetivos y metas claras que respondan el por qué, el qué y el cuándo innovar. Si no contamos con los líderes de la organización ni un entorno cultural comprometido con los cambios, es prácticamente imposible generar transformaciones que finalmente resulten en innovaciones creadoras de valor.
Nadie nace sabiendo. En innovación es lo mismo. La innovación es un hábito que se crea, y que si no lo ponemos en práctica de manera constante y continua, se pierde. Es un músculo que se puede entrenar. Podemos hacer la similitud con ponerse como meta mejorar la condición física, puedo mejorarla un tiempo, pero si no mantengo el hábito la pierdo. Y siguiendo el mismo ejemplo del estado físico, la innovación la puedo autogestionar como bien puedo pedir ayuda a expertos.
Tenemos una tremenda oportunidad y la tenemos que aprovechar. Si no podemos creer que es posible cambiar nuestra organización, nadie más lo hará por nosotros. La clave es atreverse a hacer las cosas de manera diferente, en equipo y de manera colaborativa, para generar resultados que nunca antes habríamos podido lograr.