- La Dra. Laura Gallardo, profesora titular e investigadora del CR2, desde este año, se transformó en la primera representante chilena en el grupo de trabajo dedicado a evaluar la vulnerabilidad ante el cambio climático.
Modificaciones a largo plazo en las temperaturas y los patrones climáticos son una de las características del Cambio Climático, provocado, principalmente, por las actividades de los seres humanos. Ante esta situación, los países se han trazado metas ambiciosas para reducir sus emisiones.
Sin embargo, en el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) se puede leer que: “el resultado de las pruebas indica que existe una influencia identificable del ser humano sobre el clima global”.
La Dra. Laura Gallardo, profesora titular del Departamento de Geofísica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile e investigadora adjunta del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, conversó con OpenBeauchef sobre este tema y sus implicancias para la población.
- Profesora, en primer lugar, el cambio climático se extiende y afecta a la vida de las personas en todo el mundo. ¿Somos todos vulnerables al cambio climático?
Todos somos vulnerables al cambio climático. En un grado u otro grado, el cambio climático que está ocurriendo y que va a seguir ocurriendo, tiene consecuencias para todos en todas partes. No hay ningún lugar del planeta que hoy día esté exento de impactos de uno u otro grado. Lo mismo ocurre con las personas, todos estamos expuestos. Sin embargo, hay quizás personas, sectores o lugares donde haya mejores condiciones para enfrentar los cambios que en otros lugares, ¿cierto? Y ahí uno habla de vulnerabilidad.
La vulnerabilidad también es algo que varía según muchas consideraciones, no solo el nivel de pobreza, sino que también el nivel de relaciones que hay con la comunidad, de colaboración, solidaridad, etc. Y eso por supuesto varía en el mundo, entre países y dentro de los países, entre distintas zonas, en una misma ciudad, una zona puede ser mucho más vulnerable.
Como para aterrizar los conceptos, uno podría pensar, por ejemplo, frente a una ola de calor, si yo tengo vegetación a mí alrededor, tengo agua a mí alrededor, mi casa está bien aislada, mi exposición al calor extremo va a ser muy distinta a si yo tengo una casa que tiene mala aislación, no tengo acceso a áreas verdes, no tengo acceso a agua, obviamente esas personas se van a ver mucho más expuestas a los efectos de tener un aumento de la temperatura, ambiente, que va a ser más difícil. Por lo tanto, todos estamos expuestos, solo que algunos estamos mejor preparados que otros, o peor, como he dicho de otra manera, hay algunos que están muy mal preparados frente a otros.
Igual hay un límite, si esa ola de calor llega a niveles de 50 o 60 grados, hay un momento en que ya no hay medidas de adaptación, o las medidas de adaptación frente a esos cambios se vuelven completamente ineficaces. Hay un límite a todo.
- En el último informe del IPCC, se advierte que estos sucesos asociados al cambio climático, como las olas de calor que usted mencionaba, las inundaciones, ya han superado los umbrales de tolerancia que son aceptables. ¿Cómo va a afectar esto a la capacidad de adaptación?
Bueno, una de las gracias de la especie humana ha sido su capacidad de adaptarse frente a distintos ambientes, de generar un tipo de vida en situaciones muy extremas, como los Inuit en Groenlandia.
Es una capacidad que tenemos los seres humanos de encontrar soluciones a los problemas que nos vamos encontrando. Pero a veces las soluciones que pudieron funcionar en un momento, dejan de funcionar en otro. Por ejemplo, frente a sequías en los años 60 y 70, la gente hacía represas para juntar agua. Pero si además no llueve, no sacan nada con construir las represas, porque no se va a juntar agua. Entonces, las medidas pueden dejar de ser eficientes en el tiempo.
Entonces, hay límites al punto en que nos podemos adaptar y uno de los riegos que estamos corriendo es efectivamente empezar a superarlos. En la medida que vaya aumentando este calentamiento, va a ser cada vez más difícil encontrar medidas de adaptación que sean eficientes.
- Y en el caso de Chile, ¿Cuál es nuestra mayor dificultad en torno a estos eventos del cambio climático?
A ver, hay múltiples cosas que nos hacen vulnerables frente al cambio climático. Uno que es evidente y que se ha hecho bastante evidente, tiene que ver con el agua. Vivíamos de agua que se juntaba en la cordillera en la forma de nieve y que eventualmente en la primavera, verano, escurría en forma de agua en los ríos, etc. Eso hoy día está cambiando. ¿Por qué? Los glaciares en general están retrocediendo, por lo tanto, no tenemos la misma disponibilidad de agua cordillerana. Y lo que estamos empezando a hacer, de hecho, es empezar a usar, en el caso de Santiago, agua subterránea, que no tenemos bien cuantificada. Por lo tanto, esa es una cuestión. Por otro lado, los océanos se están acidificando. Eso también afecta.
Tenemos problemas respecto de la exposición que tienen nuestras ciudades en la zona centro-sur, que pensábamos en un principio que quizás que no iba a ser tan terrible, esto de la exposición a olas de calor. Pero a pesar de la corriente de Humboldt, también estamos teniendo olas de calor, con incendios, con mala calidad del aire y con la exposición de la salud de las personas frente a temperaturas que se hacen difíciles de aguantar y soportar.
Nuestra población, por otro lado, está cada día más vieja y, por lo tanto, el nivel de riesgo también aumenta. Y así hay una serie de elementos que hacen que las condiciones de vida se vuelvan cada vez más difíciles. Por lo tanto, Chile es efectivamente un país altamente vulnerable al cambio climático. Se hace más difícil la provisión de comida, la provisión de agua. Por ejemplo, hemos diseñado cosas que tienen que ver con descontaminar nuestras ciudades, pero solo por efecto de cambio climático, probablemente muchas de esas medidas también se vuelven insuficientes.
Nos falta información socioeconómica, nos falta una caracterización a veces más detallada de las amenazas. En fin, hay muchas cosas por hacer en términos de caracterizar nuestra capacidad de adaptar.
- Y en el caso de ustedes como investigadores del CR2, ¿Cómo esperan aportar en esa línea?
Bueno, ha sido una tradición del CR2 tratar de hacer ciencia, porque la ciencia es entretenida, porque la ciencia nos llama la curiosidad, pero también hacer ciencia que sea relevante para la toma de decisiones. Y por supuesto, uno de los proyectos que tenemos se llama Race to Resilience, la carrera a la resiliencia, en que se ordenan, verifican y revisan una serie de medidas que podrían apuntar hacia eso. En términos de la caracterización de las amenazas también hay un trabajo sostenido desde cómo puede cambiar la calidad del aire, cómo puede cambiar la precipitación, cómo nos van a afectar los extremos, tanto de calor como de lluvia, ya sean sequías o inundaciones.
Así que hay todo un trabajo en esa línea. También hay un trabajo en términos de la adaptación, de las opciones de adaptación y cómo caracterizar la vulnerabilidad. Por ejemplo, de aquí a fin de año vamos a haber publicado mapas que tienen que ver con una caracterización de la resiliencia a lo largo de Chile. Y eso esperamos que sea de utilidad para la toma de decisiones, que es esta mirada un poco más detallada respecto de las capacidades o incapacidades que tenemos en distintas zonas, entre muchas otras cosas.
- En la sociedad los grupos que se ven más interpelados por esta situación los encontramos en los extremos. Por una parte, las personas mayores y, por otra lado, los jóvenes. ¿Qué se puede hacer para integrar a todos los grupos que son parte de una sociedad para que tengan conciencia y aporten a mitigar el cambio climático?
Hay, efectivamente, una cuestión generacional. La gente joven lamentablemente está heredando un mundo con un nivel de riesgo mucho mayor del que heredamos nosotros. Y, por lo tanto, ellos tienen que estar preparados para enfrentar una vida que va a ser distinta. Con otras condiciones y donde probablemente van a tener muchas presiones. Así que no es tan sorprendente que la gente joven esté preocupada y es más que mucha gente joven esté alegando por las cosas que se dejan de hacer.
Hay gente mayor que quizás tiene esta cuestión de qué es lo que va quedando para sus propios hijos, nietos y parientes que vienen. Y hay otra gente que quizás piensa que lo que puede hacer personalmente es muy poco.
Pero cuando uno junta esos pocos, esos pocos dan mucho. Y es importante. Y esa participación no es solo reciclaje, que es muy importante, sino que también es participación ciudadana en la toma de sesiones.
Y por eso que a nosotros nos puso muy contentos y contentas el hecho de que efectivamente se adoptara el acuerdo de Escazú, por la participación ciudadana informada.
Por Comunicaciones OpenBeauchef