Por Alejandro Pantoja, Director Ejecutivo OpenBeauchef
La creciente demanda por energía limpia y sostenible, junto con el compromiso del país con la reducción de las emisiones de carbono, ha impulsado en Chile avances significativos en el desarrollo de fuentes de energía renovable, como la energía solar y eólica, o en el impulso de la electromovilidad. No obstante estos avances, continúan existiendo importantes desafíos tecnológicos, para las que el vínculo de la industria con la academia y el emprendimiento innovador de base tecnológica se presentan como fundamentales para enfrentarlas, generando I+D aplicada, nuevas tecnologías, servicios y modelos de negocio que impulsen una transición energética con la capacidad de activar una economía asociada a la innovación en el sector energético.
Sin duda, la diversidad geográfica y climática de nuestro país, hace que tanto la energía solar como la eólica, sean las áreas más desarrolladas pero aún con mucho potencial para el emprendimiento innovador, tanto a nivel industrial como residencial. Las oportunidades de innovación que trae la digitalización con tecnologías como Internet de las Cosas (IoT), Inteligencia Artificial (IA) y Big Data, son evidentes, sobre todo en emprendimientos que apunten a mejorar la eficiencia, la experiencia de clientes y la sostenibilidad del sector energético, abordando la gestión de la energía, la predicción de demanda y la optimización de la red a partir de la recopilación y análisis de datos.
Sin embargo, hay oportunidades que tienen menos empuje pero que manifiestan un gran potencial, por ejemplo, las que trae una mirada descentralizada empujando el desarrollo de soluciones tecnológicas para una generación distribuida de energía. Desarrollar la producción de energía a pequeña escala, trae consigo un importante impulso de innovación tecnológica: nuevos desarrollos tecnológicos que permitan generar energía limpia de manera eficiente, nuevas tecnologías asociadas a nuevas fuentes de energía renovable, nuevos desarrollos de infraestructura de redes inteligentes y nuevas tecnologías de baterías para almacenamiento distribuido, eficiente y más asequible, y nuevos modelos de negocio asociados a la descentralización y enfoque territorial o distrital.
Todos estos desarrollos e innovaciones tecnológicas requieren de la colaboración Academia – Industria – Startups y resolver brechas importantes que permitan disminuir el riesgo que implica innovar en el sector energético. Muchas de estas startups se centran en el desarrollo de hardware de alta tecnología, requiriendo mayor inversión de riesgo y mayor infraestructura para actividades de I+D, para la manufactura y para el desarrollo de pruebas y pilotos. El rol de las empresas del sector energético (o intensivas en su uso) es esencial para disminuir estas brechas, a través del Corporate Venturing, del desarrollo de I+D colaborativa con las universidades, y de programas para el pilotaje para reducir el riesgo de la adopción temprana. Y también lo es el del sector público, a través del impulso de políticas y regulaciones definidas y alineadas con el fomento de las energías renovables y la eficiencia energética.
La I+D, la innovación y el emprendimiento científico tecnológico son el camino lógico para la transformación del sector de energía, posibilitando la transición hacia un futuro energético más sostenible y resiliente.