Fui invitado a este evento, en el que se reúnen los principales líderes del mundo de la innovación y que tiene como máxima generar espacios de confianza entre los chilenos, valorizando la diversidad y la construcción conjunta de un Chile más fraterno, desarrollado y sustentable.
El encuentro se realizó el martes 22 de agosto. Obviamente, tenía muchas expectativas: estaba siendo promocionado por todas partes y Jaime Alée, mi predecesor en Beauchef Acelera, había expresado que se había sentido “afortunado e íntimamente muy orgulloso” al asistir a este encuentro en su versión anterior.
¿Cumplí mis expectativas? Una pregunta compleja de responder. En el momento de ser invitado por Alfonso Gómez, presidente ejecutivo del Centro de Innovación UC Anacleto Angelini, sabía que sería algo interesante de vivir, y aunque esperaba mucho, al mismo tiempo no entendía muy bien el sentido de la actividad.
Partió el evento (en el mismo Centro de Innovación que preside Alfonso) con los más de 100 asistentes sentados en una especie de círculo, no había sillas reservadas, no había autoridades, no había exclusividad, éramos solo un grupo de personas que estábamos ahí, desde representantes de fundaciones, gerentes de empresas, actores de comunidades y municipalidades. No era la típica reunión de ingenieros, era un encuentro de personas con mucha motivación y que estaban dando parte importante de su vida ayudando a crear un Chile mejor. No había un objetivo claro, solo teníamos las ganas de dejar las apariencias atrás y dar pie a la frase que refleja su nombre 3xi: inspirarnos, incluirnos, innovarnos.
El comienzo fue muy interesante, con oradores muy buenos. Así hablaron, por ejemplo, Alejandra Mustakis (presidenta de la ASECH) y Juan Pablo Larenas (director ejecutivo Sistema B), entre otros. Luego fue el turno de Alfredo Moreno (presidente de la CPC), quien nos hizo entrar de lleno a entender por qué estábamos en ese lugar, diciéndonos lo siguiente:
- Hemos tenido 30 años de progreso en Chile (algo que he escuchado varias veces pero con poca atención)
- Entre el 70-80% de la población se considera de clase media
- Todavía somos vulnerables (a los incendios, por ejemplo)
- Todos tenemos hambre de ser parte de algo como chilenos (como la Teletón o la pasión que demostramos cuando vimos a la selección nacional de fútbol ganar la Copa América)
- Y lo más importante, la baja confianza que existe en las instituciones, en las otras personas, en las empresas y en los políticos (sí, sobre todo en los políticos).
Esta última frase es la que me hizo más sentido y me surgió la siguiente pregunta ¿cómo podemos ser mejores y llegar a transformarnos en un país desarrollado si confiamos tan poco en el otro? Es cosa de entrar a los comentarios de cualquier noticia relacionada a la política en Internet (donde abundan las acusaciones de ladrón y otros negativos calificativos), para darnos cuenta de todo lo que podemos mejorar en este ámbito, pero ¿cómo partimos? La respuesta vino sola al darme cuenta de que precisamente eso estaba haciendo ahí.
Después de la presentación de Alfredo, nos repartimos en distintos lugares del Centro. La misión era presentarnos y conversar sobre qué nos convocaba. Tuve la suerte de compartir con gente de disciplinas muy diferentes (algunos hasta venían de otros países), como periodistas, profesores y abogados, entre otros, todos con una historia de vida muy interesante. La conversación fue muy agradable, y aunque estuvimos una hora, pareció que habían pasado 5 minutos.
La frase que más me llamó la atención del primer bloque fue realizada por la conocida periodista Karin Ebensperger, quien dijo que necesitábamos modificar la actitud, “cambiar de la forma al fondo”; es decir, educando al resto no desde la escuela, sino desde nosotros, en lo cotidiano (como no tocar la bocina, dar la preferencia a quien lo necesita, ayudar a un anciano a subir las escaleras del Metro, etc.), tratando de generar un “efecto mariposa”.
Luego de este bloque vino un almuerzo donde pude compartir con gente tan genial como Guillermo Rolando, director ejecutivo de FútbolMás y el gran creador de la “tarjeta verde”. En un minuto pude darme cuenta de la pasión que tiene por lo que hace, lo que me reafirma que no se trata solo de talento, también se trata de inspiración.
Al final del día, cuando entré por última vez a esa sala, las sillas estaban formando círculos concéntricos. La instrucción para este momento era muy clara: cuando quisiéramos podíamos sentarnos en una de las 5 sillas del centro, pero siempre dejando una desocupada, y en ese lugar, con poca luz, comentar sobre lo que podíamos hacer nosotros para ayudar en nuestro objetivo común de generación de confianza.
Yo me dirigí rápidamente al centro, primero – y casi inevitablemente- comenté sobre mi sensación del evento; el encuentro cumplió con mis expectativas en términos de organización, pero causó un efecto en mi persona que recordaré el resto de mi vida, se trató de un cambio paradigmático muy grande: no es necesario haber sido pobre para querer ayudar a los que lo necesitan. Ese día me di cuenta que se trata más de empatía y pasión. No importa mi apellido ni mi colegio, lo que importa realmente es qué tan humano puedo llegar a ser. Si el 80% de los chilenos nos enfocamos en la empatía y la solidaridad, sin duda, podremos ayudar al 20% más pobre.
¿Cuál es mi compromiso para la generación de confianza? Hoy día yo confío en las personas, confío en mi vecino, confío en los empresarios y (hasta) confío en los políticos ¿Por qué, debido las acciones de unos cuantos, vamos a culpar a todo un grupo? Necesitamos partir de un punto, el mío es el que decidí ese día y del cual me convertí en promotor. No porque una persona te defraudó una vez, todos van a ser iguales. Yo prefiero no quitarle la posibilidad de dar lo mejor de sí al siguiente, porque son 2 personas distintas, y, fundamentalmente, son personas.
Felipe Ñancupil
Director ejecutivo Beauchef Acelera