Por Carlos Saffie, Director de Innovación Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo U. de Chile.

El 10 de Marzo de este año, el Senado Universitario ha aprobado la primera Política de Investigación, Creación e Innovación de la Universidad de Chile en sus más de 180 años de historia.
Este trabajado liderado por el Senado Universitario (S.U) y apoyado por la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo (VID) contó con la participación directa de más de 80 académicos y profesionales de nuestra institución a través de la conformación de 6 mesas de trabajo temáticas (Investigación Ciencias Exactas, Investigación en Ciencias Sociales, Creación Artística, Centros de Excelencia, Ética e Innovación), permitiendo en un espacio representativo de la diversidad de visiones, etaria, de jerarquía académica, área de conocimiento, unidades académicas y pensamientos de la UCH sentar los principios, las visiones realistas y responsabilidades que debe asumir nuestra institución consigo misma y con el desarrollo del país.
Cada uno de los temas fue tratado con extrema profundidad durante 12 meses. En específico en los temas de innovación basada en ciencia, se establecieron varios factores habilitantes para poder superar algunas de las limitaciones propias que tiene la inercia institucional y propone factores habilitantes claves, como son la generación de incentivos a la transdisciplina, las redes de colaboración internacionales, el desarrollo y reconocimiento académico de las actividades de innovación, formación de alumnos de pre y postgrado con capacidades innovadoras, el fomento al emprendimiento universitario, las actividades de transferencia tecnológica y protección intelectual.
Para satisfacer estas expectativas, se consideró fundamental fortalecer la institucionalidad a nivel central y de las unidades académicas, posibilitando una mejor gestión interna, más acorde con la realidad de la interacción público-privada, evitando que las mejoras logradas en los últimos 8 años sea un techo, sino que más bien un nuevo punto de partida para el siguiente salto evolutivo de la Universidad de Chile en su aporte a la sociedad y al país, lo que por supuesto redunda en un compromiso presupuestario para darle viabilidad a los compromisos.
En ese sentido, tenemos una tarea ineludible como institución, hemos avanzado positivamente en términos de transferencia tecnológica vía licenciamiento a empresas establecidas, de hecho hasta el año 2011 la UCH solo tenía una licencia a terceros y hoy cuenta con más de 150 contratos de licenciamiento a nivel nacional e internacional, al sector público y privado con retornos acumulados derivados de estos contratos que ya se empinan por sobre los US$3MM y que nos permiten proyectar creíblemente que es un camino correcto y que puede no solo generar beneficios económicos sino que también un fuerte impacto social.
Sin embargo, tenemos una deuda pendiente con la generación de spin-off (aquella empresas que se generan con participación de académicos y que desarrollan/comercializan tecnología desarrollados al interior de la UCH) y en donde el trabajo conjunto entre la VID y OB resulta fundamental para apalancar las capacidades de cada una para poder permear la cultura interna y considerar de manera más frecuente entre nuestros académicos y estudiantes la posibilidad de generar empresas de base tecnológica. Es cierto, hay restricciones por bases administrativas del estado para hacerlo, pero deben considerarse como restricciones, no impedimentos insalvables y como una oportunidad para proponer mejoras al sistema nacional de innovación, representados por el Ministerio de Ciencia, el Ministerio de Economía entre otros.
Por último, quisiera destacar el rol que la Universidad ha jugado siempre, pero en particular en los últimos años en propuestas concretas al país para establecer grandes proyectos tecnológicos que permitan de manera creíble posicionar a nuestro país un jugador relevante en distintas áreas del saber. En ese sentido, los avances concretos que se han materializado en el Parque Tecnológico Carén bajo la gestión del Rector Vivaldi han permitido que se unan en un solo lugar, el sector público, privados, academia y empresas, con el establecimiento de Centros Tecnológicos como el CeTa, el CTEC, y se hagan alianzas internacionales con empresas europeas, americanas, el estado y las universidades para desarrollar otros proyectos de mayor ambición como el Centro de Producción de Biológicos y Vacunas, Centros de pilotaje de tecnologías mineras, que permitan de manera creíble realizar apuestas productivas que permitan pensar verdaderamente en un cambio de matriz productiva.
El rol virtuoso que pueden jugar estos elementos, es decir, una nueva política interna de la UCH, el apalancamiento de capacidades existentes internas al servicios del país, la generación de verdaderos parque tecnológicos, es un camino en donde la generación de nuevas empresas, donde OB tiene un rol vital, capitalicen estas capacidades instaladas y nos permitan realmente establecer desarrollo productivo con generación de empleos de alta calificación, nuevos sectores productivos con apalancamiento del sector privado, y permitan generar nuevas fuentes de ingresos que sirvan para mejorar el bienestar exigido elocuentemente por la población hace solo tres años.