Avanzamos y le damos sentido al concepto “open”

Charla magistral de Valeria Budinich sobre emprendimiento social

En OB estamos celebrando: acabamos de inaugurar un nuevo espacio de coworking, llamado OpenLab; recibimos la visita de Valeria Budinich y, por primera vez, los proyectos del ecosistema expusieron en un encuentro abierto y coordinaron reuniones cara a cara con diferentes stakeholders.

Bienvenido OpenLab

Desde ahora contamos con un nuevo laboratorio de 300 metros cuadrados destinado al trabajo colaborativo. Nace con el objetivo de  ser un lugar de encuentro para que los diferentes actores puedan  avanzar en sus tareas, socializar y llevar a cabo sus proyectos. Tiene salas de reuniones, wifi y todas las comodidades para cumplir con esa función.

Es el fruto de un trabajo de meses, donde se diseñó y se construyó un espacio moderno, atractivo y funcional. Francisco Molina, director de OpenLab, explica el rol del nuevo espacio: “Buscamos impulsar procesos de innovación y emprendimiento fomentando el trabajo transdisciplinario y colaborativo, a partir de nuestros estudiantes, pero también invitando a otros actores de diferentes facultades, universidades y espacios”. Es una muestra más del concepto “open” que se instala en la FCFM.

El emprendimiento social de la mano de Valeria Budinich

En el marco del lanzamiento de este espacio, recibimos la visita de la ingeniera Valeria Budinich, quien dio una charla magistral en el auditorio Enrique D´Etigny .

 Aunque se trató de una visita breve, no pudimos dejarla ir de Chile sin hablar con ella. ¿Por qué? Valeria es co-autora, junto a Olivier Kayser, de “Scaling Up Business Solutions to Social Problems”, un libro considerado por el sitio Yourstory.com como Top 10 en la materia. Además es miembro del grupo de liderazgo en Ashoka, la comunidad de emprendedores sociales más grande del mundo.

Hay más: 25 años de experiencia la avalan y ha sido partícipe de la implementación de innovadores programas de negocios para 22 países en el mundo. Cómo entonces no pedirle un entrevista.

– ¿Cómo surge su interés por los temas sociales?

Mis primeros 7 años fueron en Tocopilla, donde hay muchísima pobreza, tanto de la gente que trabaja en la minería, como de quienes se dedican a la pesca. Estudié en una escuela pública y vi que en el fondo todos éramos parte de una comunidad, pero habían diferencias fundamentales en los niveles de ingreso. Eso me acompañó toda la vida y me permitió comprender la pobreza no como un dato, sino como un problema que tiene cara. Entendí que no es por falta de talentos que hay personas pobres, es por falta de oportunidades.

Más adelante decidí estudiar ingeniería porque me encantaban las matemáticas, pero en ese momento la vida me llevó a Nicaragua, mi papá trabajaba en Naciones Unidas, y eso coincidió con la Revolución Sandinista. Viví la guerra y entendí las desigualdades desde otro ámbito y me sensibilicé con el tema de que es posible construir una economía más inclusiva. Me desilusioné muchísimo con el proceso revolucionario de Nicaragua y decidí salir de ese país.

Valeria se fue a la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Texas con la esperanza de abandonar la política y dedicarse a algo más técnico, pero descubrió que su esencia estaba –inevitablemente- en lo social.

– ¿Qué cree usted que les falta hoy a los ingenieros para poder involucrarse más con las problemáticas sociales?

-Yo pienso que escuchar con humildad, escuchar con empatía cognitiva, ponerse en el papel del otro, entender las vivencias y las prácticas de los que quieres ayudar, porque muchas veces incluso hacemos daño cuando proveemos soluciones que invisibilizan aspectos culturales, de roles de género, de preferencias y terminamos viendo a la gente como si fuera un insumo más, o como una parte de la ecuación.

La especialista aconseja también aliarse con personas de otras disciplinas para escuchar desde la diversidad. Además, dice, el ingeniero debe entender que los números son importantes, pero que los datos mienten si las preguntas no son las correctas. “Imaginarse un mundo mejor requiere la capacidad de romper conlos paradigmas o  los prejuicios que todos tenemos respecto de cómo se hacen las cosas bien. El problema es que en las escuelas de ingeniería rara vez enseñan eso”, concluye.

– Y en ese contexto, ¿cuál sería entonces el rol de la FCFM?

-Yo creo que el rol de las universidades está en ser una plataforma que una conversaciones de distintos actores y disciplinas, que conecte esos puntos, esos focos de innovación solitarios. Entonces yo me imagino a la universidad en el futuro articulando y amplificando estas conversaciones, dándoles método y ayudándolas a que se formen tribus alrededor de eso.

Lo difícil es que el cambio no se hace con discursos, se hace con ejemplos, y ahí yo creo que es crítico el rol que puede jugar un espacio como el OpenLab, que se define como un laboratorio abierto, porque en la medida en que esté realmente abierto y que traiga una conversación desde la diversidad, que traiga  a los clientes finales a que manifiesten sus perspectivas de cómo le van a ser beneficiosos los productos que se están generando, la conversación cambia.

Iniciativas OB suman pasos en el camino de la innovación

En ese sentido se mueve nuestro ecosistema, buscando incluir diferentes miradas para desarrollar soluciones en materia científica y tecnológica, transferibles a la sociedad. Es así como actualmente OpenBeauchef aloja a 19 proyectos (www.openbeauchef.cl/es_CL/concurso/otros-proyectos/) en materia de energía, agricultura, salud, modelo de negocio o industria. El miércoles 11 de mayo los pusimos a prueba: debieron explicar en 10 minutos sus avances en una cita abierta (a la que llegaron más de 70 personas) que se llamó Primer Round, Iniciativas OpenBeauchef 2016.

“Fue un encuentro muy emotivo, porque se generó una energía muy especial. La sala se llenó y durante las 5 horas que duró la actividad siempre hubo gente muy concentrada y atenta a las exposiciones. Vimos cómo las iniciativas han avanzado y nos están mostrando resultados concretos. Estamos muy contentos por eso”, cuenta Jaime Alée, gerente de innovación de OpenBeauchef.

Algunas de las iniciativas se encuentran en etapa de idea, mientras que otros equipos ya han hecho prototipos o están en el mercado. Uno de los proyectos que logró realizar un modelo es MioBrazo, emprendimiento dedicado a fabricar partes de prótesis con impresoras 3D, bajando así los costos y mejorando la calidad de la experiencia del usuario. Los acompañó Raúl Saavedra, quién sufrió una amputación en una de sus piernas debido a una diabetes, para dar su testimonio. El paciente agradeció al equipo por el socket que hicieron especialmente para él.

Pero no se trató solo de presentaciones, los días 12 y 13 de mayo las iniciativas tuvieron la oportunidad de sostener reuniones cara a cara en el OpenLab (se realizaron más de 45). Durante la instancia, equipos y personas externas al ecosistema OB, pudieron compartir experiencias y consejos, intercambiar tarjetas, iniciar conversaciones para financiamiento, etc.

Fue una instancia muy valorada por los equipos y también por el público interesado. Daniel Meller es ex alumno de la FCFM y se reunió con varios grupos. Nos contó que los proyectos le parecieron muy interesantes y que está muy contento con el camino que está trazando OB. “En mi época no pasaba nada de esto y es muy importante que lo que se crea en esta Universidad pueda traspasarse a la sociedad”, finaliza.

Te dejamos con una galería de fotos que muestra todos estos hitos.

-Inauguración OpenLab

 

-Charla magistral de Valeria Budinich

-Exposición abierta de iniciativas OB

– Reuniones entre iniciativas y stakeholders