La Directora del FabLab, Danisa Peric, plantea que para avanzar hacia modelos de desarrollo productivo más armónicos la innovación es de vital importancia.
Entre tantas malas noticias asociadas al medio ambiente y la emergencia climática, la economía circular parece una oportunidad para introducir cambios, que nos permitan como sociedad hacer un uso más eficiente de los escasos recursos naturales y, de esta forma, dejar de lado la fragilidad del modelo económico lineal.
Una solución prometedora que podría ayudar a los países a ser más resistentes a los problemas de las cadenas globales de valor, por ejemplo, ante eventos negativos como la guerra o pandemias.
¿Qué rol juega la innovación en este engranaje?
La Mag. Danisa Peric, directora del FabLab U. de Chile y experta en diseño circular, explica que “para transitar hacia modelos de desarrollo más sostenibles, el rol de la innovación es crucial. Y eso se expresa no solo en la necesidad de crear nuevos productos y servicios orientados hacia el bienestar de las personas y del medio ambiente, sino que necesariamente se amplía hacia diversos ámbitos de la vida en sociedad: nuevas formas de trabajo y organización basadas en la colaboración y la cooperación, modelos de generación y transferencia de conocimiento fundadas en la apertura y la horizontalidad, producción regenerativa y consumo responsable, gestión de recursos naturales y simbiosis con el territorio, y así, una larga lista de transformaciones necesarias”.
Además, plantea que en estas nuevas oportunidades para el campo de la innovación, que necesariamente trascienden las lógicas de mercado, el mindset del innovador y del emprendedor también requiere ampliarse.
“Se vuelve necesario que quienes impulsen nuevas iniciativas desarrollen un pensamiento sistémico que desplace al ser humano del centro y que lo ubique como parte de un ecosistema mayor, un pensamiento creativo que mire la naturaleza como fuente de inspiración para nuevas soluciones, y por último, un pensamiento especulativo que permita imaginar futuros alternativos viables. Estos enfoques son fundamentales para transitar hacia nuevos modelos de desarrollos diversos, situados y sensibles a nuestro entorno”, enfatiza.
Natura un modelo exitoso
Según explica la diseñadora industrial, hay marcas que han podido construir modelos que sería conveniente mirar, por ejemplo, Natura, multinacional del área de los cosméticos fundada en 1969 en Brasil bajo el nombre de Industria y Comercio de Cosméticos Berjeaut.
“La empresa Natura es un buen ejemplo Latinoamericano, ya que produce una gran variedad de productos naturales incluyendo cremas, jabones y shampoo integrando por un lado, ingredientes y materiales procedentes de la rica biodiversidad del Amazonas, y por otro lado, conocimientos tácitos de las comunidades locales que se combinan con ciencia de materiales. Natura hoy colabora con más de 7000 familias indígenas y ha ayudado a conservar más de 2 millones de hectáreas de selva trabajando bajo principios de “bosque erguido”. Esto significa que su modelo de negocios considera que un árbol erguido tiene mayor valor económico, social y medioambiental que si se corta”, comenta.
Peric ejemplifica con el árbol “ucuuba”, una maderera puede ganar 5 dólares por cada árbol al cortarlo, pero el mismo árbol puede dar 15 dólares por temporada si un indígena cosecha sus semillas.
“Natura está constantemente nutriendo relaciones con las comunidades locales con las que trabaja, esto incluye la creación de cooperativas, programas formativos y el desarrollo de buenas prácticas para el cultivo, cosecha y procesamiento de materiales crudos. Esto fomenta que los indígenas puedan obtener mejores ganancias, se mantengan en su región de nacimiento y profundicen su conexión con la selva. (Referencia: Ellen Macarthur Foundation)”, señala.

Transformaciones profundas
En este sentido, es enfática en remarcar que, a su parecer, “las iniciativas con mayor impacto son las que impulsan transformaciones profundas y sistémicas, logrando integrar el ámbito social con el medioambiental”.
Por otra parte, considera que las innovaciones orientadas a economías circulares serán virtuosas en la medida en que adopten la mayor cantidad de principios en torno a la circularidad y la regeneración.
“Algunos de estos principios son diseñar para ciclos biológicos y técnicos, construir con materiales accesibles y abundantes y mantenerlos en circulación, usar energía disponible libremente, usar químicos amigables con la vida, lograr la diversidad y la redundancia, diseñar a partir de los principios de la vida, generar conectividad, etc.”, plantea.
Finalmente, plantea que “una oportunidad para Chile puede ser impulsar procesos de suprarreciclaje con los residuos procedentes de las redes de alimentación en todas sus etapas. A través de la conformación de redes cooperativas entre agricultores y creativos podrían diseñarse y fabricarse biomateriales y bioproductos, que al final de su ciclo de uso se reintegren al ecosistema aportando con nutrientes a la tierra. Iniciativas así podrían agregar valor a nuestra matriz productiva, generar trabajo creativo e inclusivo, impulsar procesos regenerativos y desmaterializar algunos ámbitos de la producción”.
Por Valeria Osorio